martes, 21 de mayo de 2013

Más de 200 personas han participado en las primeras visitas guiadas del año, tras la excursión de Andilla

Los asistentes visitaron un tramo de trinchera perteneciente a la línea defensiva republicana «Intermedia» o «del Palancia»; los abrigos de protección excavados en la montaña; un refugio para la oficialidad; así como las galerías del refugio antiaéreo y el emplazamiento del aeródromo de Alcublas.

Medio centenar de personas participaron el pasado domingo en la tercera visita guiada del ciclo de excursiones que la Asociación Valenciana para la Protección del Patrimonio de la Guerra Civil (APROPAT), ha organizado con motivo de la declaración del año 2013 «Año para la Protección del Patrimonio Cultural de la Guerra Civil», para dar a conocer los lugares más significativos de la Batalla de Levante, de la que, precisamente, este año se conmemora su 75º Aniversario (1938-2013). 
 
Imagen: Foto de grupo, momentos antes de finalizar la visita, a las puertas de la galería norte de acceso al refugio antiaéreo del aeródromo de Alcublas.
 
Con Andilla como punto de encuentro, a las 9:15 horas partíamos hacia la cercana población de La Pobleta, donde quedaron los vehículos. El Ayuntamiento de Andilla, en la persona de su alcalde, D. Jesús Ruíz, que acompañó a la comitiva por todo el término, entregó un obsequio a todas y todos los asistentes antes de iniciarse la ruta.

Paco Teruel, investigador y guía de la excursión, nos introdujo en las operaciones militares que se desarrollaron en la zona, con un frente de guerra que se aproximó desde las alturas de las sierras de Javalambre y El Toro, y cuyos combates quedaron paralizados a las puertas de Andilla, en la conocida cota de La Salada, en la que junto, a otras como la Peña Juliana o el propio Barraco del Resinero, se libraron durísimos combates en el verano de 1938, con elevadas bajas para ambos ejércitos.

En pocos minutos, iniciamos la ascensión por una senda que puso al grupo en fila de uno, durante la cual, fuimos despojándonos de las prendas de más abrigo, dado que, pese a que la mañana había salido fresquita, apenas alcanzábamos los 10ºC, el desnivel era considerable. Después de continuar el recorrido por un tramo de pista forestal, nos adentramos en plena montaña por otro sendero que, a los pocos metros, desveló haber sido una línea de trinchera. 

En ocasiones puede hacerse difícil comprender como una simple zanja en la ladera de una pinada llegue a ser considerada un elemento de incalculable valor patrimonial. Muchas líneas de trincheras, y en aquel verano de 1938 se excavaron y levantaron decenas de cientos de kilómetros, fueron para muchos españoles -algunos de los cuáles, los menos ya, todavía viven-, la casa forzada, el día y la noche, el lugar donde se conservaba la vida, donde se miraba a los ojos a la muerte; en ella se pasaba frío, se aguantaba la lluvia, se sufría a pleno sol los calores del verano; en ella se comía, se pasaba hambre, se recibían órdenes, se pensaba en los seres queridos, se sentía miedo, se sentía tristeza, se deseaba seguir vivo.

Una zanja como la que recorríamos, fue recorrida durante meses, todos los días, cuando hace ahora 75 años, por cientos de hombres. Aquellos, por su supervivencia y, por ende, la de un régimen que agonizaba, y que gracias a su sacrificio, prolongó su existencia casi un año más. Los que ocupaban las montañas frente a las que se encontraba ésta, por similares motivaciones, pese a las diferencias. Nosotros, para comprender la magnitud de la tragedia de todo un pueblo español. Durante varios centenares de metros, nos adentramos en una cada vez más visible trinchera, en la que todavía se conservan dos abrigos excavados en la montaña, ambos con entrada y salida, visitados por los asistentes.

Frente a las imponentes vistas de Andilla y las alturas que la rodean, almorzamos. Mientras, Paco, nuestro guía, nos contaba el desarrollo de las operaciones y algunas anécdotas de historias orales de los habitantes más longevos de la comarca.

Posteriormente, emprendimos el camino de regreso hasta La Pobleta. Una vez allí, en coche, nos desplazamos hasta un refugio de dimensiones considerables, que pudo haber sido utilizado por algún Estado Mayor de las unidades allí emplazadas.

Por último, emprendimos el penúltimo viaje, en dirección hacia el Plano de la Balsilla, en el término de Alcublas, donde a finales de 1937, para dar cobertura a las tropas republicanas durante la Batalla de Teruel, se iniciaron las obras para habilitar un aeródromo que, a partir de febrero se mantuvo operativo hasta el mes de junio de 1938, momento en el que la cercanía del frente aconsejó utilizar otros más alejados de los combates.

Allí pudimos acceder al interior de las galerías del refugio antiaéreo del aeródromo, al tiempo que comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia de un día que, hasta ese momento, irradió un sol espléndido, permitiéndonos disfrutar de una bella mañana en un lugar que, pese al terrible incendio del pasado año, conserva una riqueza medioambiental excepcional.

GALERÍA DE IMÁGENES:


Imágenes: A.M.Tenas

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